
Creo que ya no debo decir “Hola Argentinos”. Primero, porque ya estoy acá, y pude decir hola personalmente. Y además porque hay, al menos, un par de lectores que no son argentinos.
Esta vez estuve ausente por varias semanas, y no es que no haya tenido Internet, sino que varias veces amagué con ponerme a escribir y finalmente no lo hice. El lobby de un hostel no era un ambiente que me llamara a sentarme a escribir. El escuchar voces de todo el mundo me hacía pensar que quizás había cosas más interesantes que hacer en ese momento.
Hoy les voy a contar de mi fugaz paso por Washington, pero primero les cuento que llegué bien, que no tuve ningún problema en el viaje. Desde el momento en que salí del hostel hasta que llegué a mi casa en San Juan City, transcurrieron unas 22 horas, pero bueno, valió la pena. Los vuelos estuvieron bien, bastante puntuales, y no desesperé en ninguna espera. O sea, no desesperé, sino esperé.
Es muy importante y representativo que les relate mi llegada al aeropuerto internacional de Mendoza City. Fue muy gracioso desde el comienzo. Viajé en compañía de LAN, Líneas Aéreas Nacionales (Chilenas). Toda la tripulación trasandina, que es la forma en que un argentino denomina al Chileno, desde que se ubica cruzando Los Andes. Me divertí en todo el viaje escuchando los anuncios de las simpáticas azafatas y los señores pilotos. Su inglés parecía ser resultado de un curso por correspondencia. Al bajarme del avión, entro a la manga del aeropuerto y cuando aparezco en la recepción me encuentro con un paisaje muy argentino: colas. O debería decir, líneas, no vaya ser que piensen en otra cosa. Con mucho gusto y orgullo, me ubico en la que corresponde a “Argentinos”. Veo con cierto placer, también, que la cola de “Extranjeros” era importante. Y a los segundos la situación me hace recordar que sí, que es cierto que estoy en Argentina. La cola era para hacer el trámite de Migraciones. Es decir, para los argentinos significaba solamente entregar el papel que nos entregaron en el avión previamente completado por nosotros, juntamente con el pasaporte. Sin embargo, dicho proceso era llevado a cabo por un solo señor en cada cola. Por lo tanto, la línea de pasajeros se desplazaba a un ritmo muy poco parecido al ritmo con el que nuestros precios crecen. Entonces es cuando escucho –“Argentina tenía que ser! Esto solo pasa en Argentina… en cualquier otro país del mundo, así sea Perú, en el trámite de Migraciones no tenés que esperar treinta minutos!”
El comentario me causó mucha gracia, pero también me hizo recordar varias conversaciones que tuve en USA. Dudo que Argentina sea el único país del mundo donde hay que hacer tanta cola. No sé con certeza, pero sospecho que en Etiopía el trámite no debe ser muy distinto. Ya sé que la comparación es un tanto dispareja, pero el punto, es que además de lo gracioso de la situación, lo que vino a mi mente fue algo que muchas veces comenté estando allá: nuestros hábitos quejosos. Lo dejo acá.
Al terminar el trámite de migraciones, retiro mi maldito equipaje (la valijota grande ya no tenía manijas!) y me dispongo a hacer el trámite de Aduanas y Sanidad, consistente en pasar el equipaje por una máquina de rayos x, cuya pantalla era vigilada simultáneamente por agentes de aduanas y sanidad. Yo estaba con toda la esperanza que no tuviera problemas con las cositas que traje. Y al pasar, la muchacha que en ese momento personificaba al Estado Argentino me dijo “Señor, podemos ver la mochila?” F”$%!!, dije yo por mis adentros. Pero la situación que se dio a continuación fue totalmente argentina. Si bien ella tenía razón, el resultado fue nada. No voy a entrar en detalles (a ver si la muchacha lee esto!), pero el Estado me perdonó mis deslices aduaneros.
Lo mejor de todo fue cuando luego de encontrar a mi madre y hermana, que tomaron fotos para perpetuar el momento, nos sentamos en la cafetería del Aeropuerto (Internacional). Cuando a los diez minutos de sentarnos, el mozo se acercó a nuestra mesa, hicimos el correspondiente pedido. Ya no más sweet tea, ni hot chocolate, ni Dr. Pepper. Ahora, un jugo de naranja con dos medialunas. A los minutos, el mozo se acerca, y como quien está acostumbrado a decirlo, nos transmite: “Chicos, disculpen pero no nos queda jugo de Naranja”…
Sin comentarios…
Ahora que ya llegamos a Argentina, volvamos a Washington, que yo recordaré, como
En Washington parece que alguien dijo al construirla “Muchachos, no escatimen en nada. Menos en Mármol! Ah, y que todo sea grande. Grande como América” Entendiendo por América, por supuesto, a los Estados Unidos de América. Si bien los edificios eran los imponentes, grandiosos y majestuosos, lo que transmitían era algo más que arquitectura. Era poder. Era ambición. Era pujanza. Era orden. Era civilidad. No sé si decir civilización.
Al ver semejantes edificios, donde el Gobierno Federal de EUA funciona, no había otra que tener una sensación de pequeñez. Nos guste o no nos guste, en esos mazacotes de mármol, denominados Capitolio y Casa Blanca se deciden muchas, muchas cosas que te afectan a vos, que vivís en EUA, a mí, que vivo en San Juan City, Argentina y a mi roommate Wan Hui, que vive en
Se imaginarán que ya no recuerdo la cronología de mi visita, pero con ayuda de las fotos, voy a tratar de mostrarles más o menos lo que hice.
(Participantes del Congreso de Acupuntura)
Sí me acuerdo, que la primer noche fue llegar al hostel, dejar mis bártulos, comprar un locker y después salir a caminar. Como tantas otras veces el paso obligado de la noche fue MacDonalds. Después de eso empecé a caminar. El Hostel estaba a cinco cuadras de
(No es Buenos Aires. Es el monumento a Washington)
A Washington fui solamente dos noches, por lo que tenía solamente un día completo y dos pedacitos más que no servían para mucho. Así que el primer día que amanecí ahí me levanté bien temprano y me fui a ver los famosos monumentos. No es fácil describir todas las emociones que traen. Para el que no sabe, cosa que a esta altura es difícil, quizás sea necesario aclarar que para mí EUA no fue un país al que yo admirara precisamente. Sin embargo, los Monumentos pudieron transmitirme muchas cosas. Son muchos monumentos y memoriales que están situados en una lonja de tierra de casi cuatro kilómetros que se extienden entre el Capitolio y el Monumento a Lincoln. Recorriendo esa distancia es posible viajar desde la fundación de Estados Unidos hasta el presente, pasando por la guerra de Corea y Vietnam. No seré estadounidense, ni estaré de acuerdo con todo lo que hacen, pero presenciar sus tributos a los soldados que dieron sus vidas en estos monumentos era algo conmovedor. Vean algunas fotos, porque no me quiero extender taaanto.
(Recordatorio de la Guerra de Corea)
(Recordatorio de la Guerra de Vietnam)
Creo que cada persona tiene una experiencia distinta al visitar ese lugar. Quizás alguien visite y admire la arquitectura de esas construcciones. Otro quizás putee por toda la plata que habrán gastado en hacer todo eso. A otro le parezca feo, y a otro le de fiaca caminar tanto. A mi me produjo, como les dije, muchas sensaciones. Pero creo que lo que se respiraba más en el aire, era patriotismo. Sí, nada nuevo en Estados Unidos, pero ahí se podía sentir. Todos los nombres en la muralla del recordatorio de la guerra de Vietnam representan personas reales que dieron su vida. Algunos no tan gustosamente, pero muchos con toda la intención de entregar su bien más preciado, la vida, por el bien de su Nación. Algunas partes son aborrecibles. Pero todas esas vidas ofrecidas… hay que verlo.
Después de recorrer los monumentos, que no fue poco porque ocupan bastante y hay mucho para ver y pensar en cada uno, me fui al Museo de Historia Natural. En realidad pensé que me iba a interesar más, pero la verdad es asombroso. A esta altura ya se me confunden los museos a los que fui en Washington y NY, no sé qué es lo que había en cada uno. Después de haber estado un rato ahí, que me pareció muchísimo y en realidad fueron dos horas, seguí caminando y fui a
Algo parecido con
Y al último el Capitolio. Una vez más la cola para pasar por los rayos x, la revisión de los bolsos y el detector de metales. No importa, qué le hace uno más. Después un guía nos muestra la sala debajo de la cúpula principal, esa que pueden ver en el medio del edificio. Mostrando la fotocopia del pasaporte me dieron una entrada al recinto del Senado y otra al recinto de
La ciudad fue hermosa a su manera. También fue intrigante, grandiosa y fría. Pero el hostel fue una linda experiencia también. Conocí chicos de Chile, Venezuela, Brasil, Perú, Reino Unido… Algunos iban a trabajar, otros paseaban, otros conocían un poco de USA que no fuera Mississippi.
Les queda alguna duda de que ahora somos ciudadanos del mundo?
Disculpen la excesiva demora. Como muchos de ustedes sabrán, en los próximos días me trasladaré con rumbo al sur, lo que me demandó mucho tiempo estas últimas jornadas. Todavía no termino, pero quise cumplir con mi promesa de contarles un poco de Washington. Próximamente, quizás tal vez y a lo mejor, ponga algo de NY, pero en realidad ya los voy a invitar a que se acerquen por el nuevo blog, para que me (nos) acompañen en esta nueva experiencia.
3 comentarios:
Manu, me ENCANTA leerte!!!! Pasaron muchos días antes de poder entrar a tu blog porque estábamos en Colorado y no tenía la compu.
Leerte es como escucharte hablar. No dejes de mandarnos el link a tu nuevo blog.
Después te mando un mail con comentarios y cuentos de nuestras experiencias.
Te mandamos un abrazo desde mississippi.
bueno ahora me enteré sobre las fotos que vi,
tengo mucho calor,
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